Capítulo 1
-Clase de matemáticas, que aburrido.- dijo Edward mientras bostezaba y veía hacia la cancha donde la clase A-7 recibía clase educación física
-quisiera estar en casa justo ahora.- pensó.
Desde hace mucho Edward había tenido la habilidad de moverse a la velocidad de la luz cuando quería, y cuando eso ocurría todo a su alrededor se detenía, entonces Edward tomó sus cosas y se fue
Nadie se dio cuenta que se había ido, había hecho esto tantas veces que todos le llamaban ''El chico fantasma''
se detuvo fuera de la escuela y se fue lentamente caminando, pensando en tantas cosas que lo aquejaban, entonces decidió no ir a casa todavía, y se dirigió a la orilla de un río tomó un par de piedras y se dispuso a lanzarlas al agua haciendo que rebotaran dos o tres veces en el agua para al final sumergirse en el fondo del río, estaba tan ocupado en esto que no se dio cuenta que una chica se dirigió hacia él, recogió unas cuantas piedras e hizo lo mismo que Edward, haciendo llegar más lejos las piedras antes que estas se sumergieran en el agua.
-Eres muy débil.- dijo ella mofándose un poco -que haces aquí, deberías estar estudiando ¿te fugaste?-preguntó de manera muy natural como si hablara con alguien que conociera desde hace mucho tiempo
-Ah, tu quien eres.- respondió Edward mientras se mostraba indiferente a ella
-sí, disculpa que tonta soy.- dijo ella mientras sonreía y se frotaba la parte anterior de la cabeza en señal de vergüenza. -Soy Angélica, pero puedes llámame.- se quedó pensando unos segundos -Angélica, dime Angélica.-
Logró sacarle una sonrisa a Edward
-yo me llamo Edward.
-¿Edward? qué bonito nombre, ¿qué haces aquí? ¿Por qué estás con uniforme?
-sí que haces preguntas.- dijo Edward mientras se dirigía a una pequeña banca de madera que había ahí cerca -vamos a sentarnos Angélica.- dijo mientras le señalaba la banca
Empezaron una conversación muy amena, cualquiera diría que se conocían desde pequeños
Congeniaron tanto que no sintieron el pasar del tiempo, cuando se dieron cuenta ya estaba atardeciendo
-Ya tengo que irme.- dijo Angélica, se levantó, tomó su mochila se dio la vuelta y empezó a caminar, pero Edward tomó su mano entonces Angélica volteó la mirada hacia el
-¿nos podemos ver de nuevo?- preguntó y soltó su mano
-claro, nos vemos aquí mañana a la misma hora.
Entonces Edward también regresó a casa caminando despacio, con la mirada puesta en el suelo, con su mochila en una mano, pensando en aquella chica, mientras que la brisa de primavera acariciaba sus mejillas y las flores de los árboles de cerezo caían como una lluvia de pétalos color rosa
Al llegar a casa se dio cuenta que no había nadie, y eso era algo normal para él, ya que sus padres nunca le habían dado cariño, siempre estaban trabajando y llegaban hasta muy noche cuando Edward ya dormía, pero ya no le importaba eso ahora, a sus 16 años había aprendido a vivir solo, estaba preparado para cualquier cosa.
Fue a comprar algo para cenar y luego se fue a dormir
Esa noche tuvo un sueño en el cual veía una luz, y en caminando hacia ella veía a sus padres que lo llamaban –Edward ven con nosotros, no te quedes ahí, es un lindo lugar.- pero él no podía seguirlos y no porque no quisiera, sino porque habían unas manos que lo tomaban impidiéndole ir hacia ellos; sus padres seguían su camino y se perdían en la brillantez de la luz, cada vez la luz se hacía más tenue y Edward quedaba sumergido en total oscuridad; luego despertaba en otro sueño, se veía a él y a sus padres sentados a la mesa cenando, luego volteaba a su lado y veía a alguien, no veía su rostro, pero su cabello era largo, era una chica.
De pronto la alarma sonó, Edward despertó y la apagó de un golpe, eran las 6:00. Recordó lo que le había dicho a Angélica; Por primera vez estaba emocionado por encontrarse con alguien, le había parecido una buena chica así que se bañó se puso el uniforme y se fue a la escuela.
Cuando iba por el camino se encontró a un amigo
–oye, que te pasa, te noto raro.
-¿a qué te refieres? Preguntó Edward
-no mejor olvídalo- respondió su amigo
Llegaron a la escuela y las clases empezaron normalmente con la única diferencia que esta vez Edward si estaba poniendo atención a ellas
-¿qué le pasará a Edward?- se preguntaban todos en la clase, hasta los profesores se veían muy sorprendidos al verlo tan entusiasmado, pero ni él mismo se explicaba como una persona que acababa de conocer lo podía entusiasmar tanto, había algo en ella que lo hizo cambiar, pero ¿qué era?
Edward había decidido irse a la hora del almuerzo de la escuela, ya habría copiado todas las clases de la mañana después de todo, y así lo hizo, a la hora del almuerzo se tomó sus cosas y se fue, llegaría un poco más temprano que ayer, así que decidió caminar lento, le parecía conocer a Angélica desde hace mucho tiempo, pero tardaría mucho en saber dónde, desde aquel suceso no recordaba nada de lo que había pasado y cuando intentaba recordar algo había un bloqueo mental que hacía que le diera un dolor de cabeza horrible.
Por fin había llegado, a lo lejos vio a Angélica acurrucada viendo la transparencia del agua mientras la acariciaba con la mano derecha, Edward no esperaba verla ahí todavía ya que ayer se habían encontrado más tarde, pero bien, se dirigió hacia ella
-Hola ¿llegaste hace mucho?- preguntó Edward; Angélica se volteó y se levantó -¡Hola! Llegas temprano- dijo a Edward mientras se secaba la mano mojada en la falda. –Ah si- respondió Edward –ya no tenía clases- continuó diciendo -Estás seguro que no te fugaste- dijo Angélica mientras lo veía con una mirada acusadora. –si, no te preocupes por eso- respondió Edward. –Bueno.- dijo Angélica y caminó por la orilla del río, avanzó unos metros y al ver que Edward no lo seguía se dio la vuelta –Ven vamos a dar un paseo.- se dio la vuelta y siguió caminando –Date prisa.- dijo pero esta vez sin voltear a ver. Edward hizo caso a lo que Angélica le dijo y fue con ella, la arena se metía entre sus zapatos, pero trataba de ignorarlo y seguía caminando. Habría un silencio total si no fuera por las cigarras que lo rompían -¿por qué no te los quitas?- preguntó Angélica; Edward no sabía a qué se refería -¿De qué hablas?- Preguntó –Los zapatos ¿por qué no te los quitas? Se ve que te molestan- respondió Angélica. Edward vio los pies de Angélica y estaban desnudos, no se había dado cuenta, entonces se agachó y desató sus agujetas y se sacó los zapatos y los calcetines quedando descalzo como ella. –Se siente bien la arena entre tus dedos ¿no?- Dijo Angélica mientras pateaba la arena como a un balón de fútbol. –si se siente bien. Respondió Edward. –Es lindo el canto de las cigarras. Me recuerdan que la estación pronto va a terminar y luego viene el otoño, luego el invierno, luego el verano, luego la primavera y así sucesivamente, es un circulo de nunca acabar pero aun así, aunque se repiten todas las estaciones nunca me aburro de ellas porque cada uno tiene lo suyo, en invierno puedes hacer muñecos de nieve, jugar con tus amigos, calentarte con el calor de la fogata, tomar chocolate caliente, en verano puedes ir a la playa con tus amigos o familia, hacer castillos de arena comer muchas comidas deliciosas, en primavera puedes ver los lindos colores de los árboles de cerezo, bueno aunque solo tienen un color, pero ese color se ve hermoso y en otoño puedes jugar con las hojas de los árboles que caen al suelo.- -Sí que te gusta mucho este mundo.- Dijo Edward –Si, ¿por qué? ¿A ti no te gusta?- Exclamó Angélica –No mucho. Fue la respuesta de Edward
-Y hacia dónde vamos.- Replicó
Edward –A cualquier lugar donde nos lleve el destino.- respondió Angélica. En
ese momento se abrió un portal frente a Angélica – ¿Qué es eso?- Preguntó Edward -Vamos,
tengo mucho que contarte.- respondió Angélica y tomándole de la mano entraron
los dos en el portal y al instante se cerró sin dejar un solo rastro de ellos.
Aparecieron en la misma
ciudad, el mismo lugar, la misma hora
-¿Qué pasó?- preguntó
Edward viendo a todos lados
-Toma esa página de papel
periódico.- dijo Angélica señalando al suelo en dirección a la página, Entonces
Edward la tomó y la leyó
-¿Qué pasa con ella?
-¿Ya viste la fecha?-
Preguntó Angélica
-30 de octubre del año
2007, pero si hace unos segundos era 2015, ¿qué hiciste?- preguntó Edward
-¿No es obvio?- Preguntó
Angélica –retrocedí el tiempo.- Continuó diciendo
-¿Para qué? Habló Edward
-Hay muchas cosas que
tienes que saber.
De pronto Edward fue
llevado por Angélica a un lugar que él no recordaba muy bien, era una escuela,
se escuchaban las voces de los niños jugando, de pronto sonó el timbre y todos
fueron a por sus mochilas, Angélica y Edward miraban como todo se quedaba vacío
cuando los niños se iban ya a sus casas, de pronto quedó todo en silencio.
-¿Para qué hemos venido
aquí?- preguntó Edward mientras veía a Angélica
-Shh Calla.- Dijo
Angélica mientras le cubría a Edward la boca con la palma de la mano –Estamos
aquí por algo.- dijo mientras lo tomó y
se fueron a esconder –Lo estamos esperando a él.- dijo mientras señalaba a un
niño, no era como los otros, éste niño se veía triste, como si algo lo agobiara,
llevaba su mochila y con la mirada baja caminaba muy despacio -¿quién es ese
niño? ¿Qué tiene?- Preguntó Edward a Angélica –Tu solo mira.- respondió
Entonces salieron unos compañeros de él, los típicos
matones de la clase
-Miren quién está aquí.-
Dijo uno de ellos mientras lo veía de arriba abajo y lo rodeaba
-Pero si es el nerd.-
respondió otro –Oye cerebrito ¿para dónde vas?- preguntó uno de ellos
-¡A ustedes no les
importa!- respondió aquel niño
-Mira, parece que al nerd
le hace falta una buena golpiza.-
-¿vas a golpearme?-
preguntó el niño
-¿por qué? ¿Vas a llorar?
Todos los profesores ya se fueron, nadie podrá escucharte gritar.-
- Son ustedes los que van
a gritar para pedir ayuda.
En ese momento el
ambiente comenzó a cambiar, la brisa se volvió hostil, la mirada de aquel niño
comenzó a cambiar, ya no era aquella mirada de inocencia, sino una mirada de
odio, una mirada de asesino, totalmente fría. –Mira, el nerd se enojó.- dijo
uno de los matones en forma de burla, y le lanzó un puñetazo, el niño le detuvo
la mano con una fuerza que no parecía ser la de un niño, Edward se asombró
mucho al ver eso, pero Angélica ni siquiera se inmutó -¿qué está pasando?-
preguntó Edward un poco asustado -¿quién es ese niño?- continuó diciendo a lo
que angélica se limitó a responder –Tenemos que irnos, luego sabrás quien es
él.- Abrió de nuevo el portal –vamos
rápido y no mires hacia atrás.- dijo angélica, pero Edward no hizo caso a lo
que Angélica le dijo y volteó la mirada, y vio como los niños eran cruelmente asesinados por el niño que
parecía muy calmado Edward quedó muy impactado, -Te lo advertí.- habló Angélica.
Todo lo que pasaba le
parecía muy raro a Edward, todavía no sabía para que Angélica lo había llevado
a ese lugar y cuando le preguntaba solo
le respondía: Hay algo que debes saber.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario